Tintinean los chasquidos de un mozuelo
que se acerca con pasos desvergonzados
a golpear el picaporte de mi memoria.
Sutilmente me acerco a la mirilla,
no parece perdido, parece encontrarme,
con las manos sucias de mis años.
Su piel desmenuza historias que ya conozco,
su mirada me resulta conocida,
y sus zapatos andan siempre rotos.
Unos ojos arrebatan mi sentido,
perforan los jirones de mi piel
y acarician el manto de mi esencia.
y acarician el manto de mi esencia.
Unos labios desconocidos me susurran al oído,
y al besarme la mejilla me sorprendo,
que tienen el sabor de versos...
Que en un tiempo amé.
y al besarme la mejilla me sorprendo,
que tienen el sabor de versos...
Que en un tiempo amé.
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