Dejemos que fluyan sentimientos, y solidifiquen palabras, y creen arte...

En aquél rincón escondido de mi memoria, ruge el mar.
Y como el vaivén de las olas, vienen y van mis pensamientos...

martes, 30 de octubre de 2012

Pasión bajo la lluvia


Llegué donde siempre, donde nunca me cansaba de ir, a aquél parque solitario apartado de toda la población, a aquél rincón que proclamamos nuestro.
Levanté el pie para sobrepasar el escalón que daba a la hierba fresca, húmeda todavía por la lluvia de la mañana, y caminé lento, allí el tiempo era diferente, nosotros manejábamos las prisas, las paradas, los cambios de ritmo.
Ya había llegado, a pocos pasos de mí se encontraba ella, de espaldas, sentada en el banco de siempre, con su postura favorita, (la pierna  derecha bajo la izquierda), con la cabeza ladeada apoyada en su mano, donde sus dedos revoloteaban su cabello; impaciente, divertida, suspicaz.
Me acerqué lentamente y ella cambió de posición, en efecto, se había dado cuenta de mi colonia. Siempre me sorprendió la facilidad para capturar mi presencia, aunque no se giró, supongo que como a ambos nos gustaba, se hacía la interesante…
A unos centímetros de su nuca la hice estremecer con mi aliento, y juraría que sonrió nerviosa, me acerqué más a su cuello, que lo había dejado descubierto con el pelo a un lado y le besé con dulzura, intensamente,  con un matiz perspicaz, juguetón.
Por fin se giró como si nada, y me senté a su lado, estábamos sin vernos dos semanas y nuestras ganas eran inmensas. Hablamos de todo, con el tonteo de siempre, los cabreos fingidos, las ironías, las dejadas con miradas recelosas, divertidas, y la tarde fue pasando; sin dejar de lado los besos que de vez en cuando caían, como desesperados.
En una pausa, de las pocas que tuvimos, aproveché para decirle lo que mas sentía y no habíamos comentado. Puse mi mano derecha sobre su mejilla, con cuidado, pero firme, la acerqué a mí y no lo dudé, nunca lo hacía. Junté mis labios con los suyos con un principio lento, entreabriéndolos, mordiendo el labio inferior. Ella sonreía disfrutando la escena. Me encantaban sus sonrisas en mitad de un beso, me hacía perder los papeles; y ahora sí, nos dejamos de tonterías y nos fundimos en un profundo beso, húmedo, con un vaivén de intensidades, cambiando de lado cuando queríamos disfrutar de un segundo asalto, entrelazándonos; un momento que sin palabras dejó claro que nos echábamos de menos…
Y en esos momentos más dulces e inquietantes empezó a llover, a finales del beso mas sincero de la tarde que ninguno quería acaba; no obstante, disfrutamos los últimos segundos bajo las primeras gotas de lluvia, que enfriaban y mojaban nuestra piel, haciendo mayor la cercanía, manteniendo el esfuerzo por subir la temperatura.
-         -  Estamos solos, ¿verdad? – sugirió ella con un tono burlesco, juguetón. Con aquella media sonrisa que lo conseguía todo.
-          - Siempre venimos aquí porque esto está desierto – respondí como si su pregunta fuera inocente, meramente informativa. A mí también me gustaba jugar al vaivén de ironías y dejadas que solo el aire conseguía atrapar.

El paraje se encontraba mojado, húmedo, y desierto, en realidad, nos gustaba ese sitio porque era lo más parecido a un bosque que teníamos; y había muchos árboles bajada la cuesta. La casa más cercana estaba a unos diez minutos y eso nos proporcionaba la soledad que necesitábamos para nuestros reencuentros. Aunque éste presentía que sería especial.
Me cogió de la mano y empezó a correr, como si volviéramos a ser niños por instantes. Bajamos la cuesta casi dejándonos caer en la hierba, y nos adentramos en unos pocos árboles que nos proporcionaban cobijo de la lluvia y que nos alejaban más de la civilización.
Llegando a nuestro destino, en los últimos pasos y debido a la inercia, nos dejamos caer, y rodar, y reír, y mandar a tomar por culo las preocupaciones, y hacer lo que nos diera la gana. Seguimos rodando hasta disminuir la velocidad y quedar ella encima, debajo de los árboles, como siempre, queriendo tomar el control.
Esta vez fue ella la que me besó, corta e intensamente, dejando claro que no iba a ser el último, ya que se quedó a unos centímetros de mi boca, y su mano enredada en mi pelo, acariciándolo, haciendo ondas circulares. Cerré los ojos.
Sentí un beso suave, diminuto en mi cuello, que se repetía varias veces, haciéndome estremecer. Su intensidad fue aumentando al igual que la lluvia, que cada vez importaba menos. Volvió a mi boca y me mordió muy lentamente, riendo.
Le cogí con mi brazo derecho de la cintura y con el otro la espalda y la volteé para quedar yo encima. No me detuve ni un segundo y comencé a besarla ferozmente, aumentando la pasión, bajé a su cuello y comencé a besarlo con la misma intensidad que mis manos apretaban su cuerpo. Ella levantó su pecho arqueando la espalda como signo de placer, dando paso a que repitiera la acción. La hice descansar, sugiriendo que aquello iba a llegar a algo más, y me acerqué a su oreja… la mordí con delicadeza y le susurré:
-         -  ¿Quieres más?.
No respondió, simplemente cuando levanté la cabeza me miró apasionadamente; y juguetona empezó a desabrocharse los botones de arriba de la camisa, dejando al descubierto un escote de escándalo, dando permiso a mi ataque.
Me abalancé sobre sus pechos y los besé repetidas veces. Me puse de rodillas y empecé a desabotonar los botones que quedaban para dejar su piel al descubierto.
Ella, cada vez con unos suspiros más pronunciados, se levantó para llegar a mi pecho y pasó sus manos por mi espalda mojada, dando caricias. Bajó sus manos y cogió firmemente la base de mi camiseta para levantarla e ir quitándomela poco a poco, observando y gozando el momento.
Cuando nuestras manos se encontraban encima de mi cabeza, atadas a la camiseta que todavía quedaba por sacar las mangas, la pasó por detrás de mi cuello para volver a besarme, esta vez atado. Me volvió a besar el cuello, y puso sus manos a mi torso. Empezó a acariciar fuertemente mi pecho, de un pectoral a otro, como si hiciera uno de sus cuadros; y fue bajando lentamente hasta los abdominales, donde detuvo sus manos para volver a acostarnos.
Una vez acostados, mis manos pasaron por detrás de su espalda para dejar libre sus senos, erizados por el frío, excitados por el momento. Sus manos, que se encontraban en mi abdomen, bajaron hasta la hebilla del pantalón que fue desabrochada con facilidad.
Me fue quitando los pantalones a la misma vez que acariciaba enérgicamente mis nalgas contraídas, hasta dejar mi prenda inferior por las rodillas. Mientras tanto yo me encontraba masajeando suavemente el contorno de sus pechos, haciéndola estremecer; para posteriormente aumentar la fuerza e incluír unos besos.
Viendo que su estado estaba llegando al clímax, proseguí sin dejar de besar, bajando por su vientre. Sin dejar de palpar todo punto placentero, ella entreabrió sus piernas y yo bajé la cabeza. Su espalda se arqueó pronunciadamente al sentir mi boca, y escuché unos leves gemidos. Después de unas leves contorsiones de placer y suspiros, me subió hasta la altura de su cara. Me dio la vuelta bruscamente y me miró fijamente a los ojos; me bajó los párpados con los dedos índice y corazón, dejándome totalmente a oscuras.
Sentí el primer beso en medio del pecho, para pasar a los pectorales y al abdomen donde se detuvo un instante. Cogió  la goma superior de los bóxer para ir bajándolos poco a poco, para quitar la única prenda que quedaba y quedar ambos totalmente desnudos, sintiendo el roce de nuestros cuerpos.
Puso su mano derecha en mi pecho y bajó la izquierda junto con su cabeza. Empecé a sentir un placer inmenso, lento, intenso, y empecé a gemir suavemente, y a dejar escapar leves suspiros.
Una vez nos encontrábamos en un estado totalmente paradisíaco, ella se puso encima de mí, bajó, me besó en los labios, en el cuello, y comenzó un fugaz contoneo, subiendo y bajando lentamente, dejándonos fundir.
Me incorporé de un golpe, y quedé atrapado entre sus pechos, agarrado a su espalda; sin estropear el momento la giré para dar unas deliciosas embestidas, acelerando el ritmo, aumentando el deseo, acostando mi cabeza sobre su hombro y entrelazando los dedos de las manos fuertemente, que apretaban en cada empujón, que anunciaban cada asalto.
Cuando el momento llegó, presionamos nuestros cuerpos intensamente y dejamos escapar los gemidos que anteriormente eran contenidos, emanando hasta el último aliento, fusionando el deseo acumulado.
Cuando nuestro cuerpo se relajó, quedé tumbado encima suya apoyado sobre los codos en la hierba, volviendo a sentir la lluvia sobre mi espalda.
Me dejé caer a un lado, y nos quedamos mirando a los ojos relajadamente, cariñosamente. Me volvió a acariciar el pelo, le di un beso en la frente. Cogimos nuestra ropa y nos pusimos las prendas interiores. Usamos la demás como manta. Pasé mi brazo por encima suyo abrazándola y acercándola, protegiéndola…
Nos miramos por última vez, cerramos los ojos mansamente, y descansamos…
No queda duda… La amo, me ama, nos amamos…

domingo, 28 de octubre de 2012

¿Soñamos?...


-          ¿Noche o día ?
-          Noche
-          ¿Por qué?
-          Porque te tengo



viernes, 19 de octubre de 2012

Hay suspiros que duelen...


Camino despacio,..
Constante,..
 Lento…

Inclino la cabeza dejando caer las gotas
Que se acumulan en mi contorno,
No intento sacudirme sus caricias, no acelero…
No evito sus punzadas frías en mi piel.

Hoy el tiempo fluye a mi ritmo
y no soy yo quien corre intentando alcanzarlo,
Sabiendo que lo está perdiendo…

Disfruto el momento a solas…
Saboreo uno de los pocos momentos de soledad.
Un respiro para este mundo que me ahoga.
Un momento para dejar a un lado el pensamiento que me satura,

Uno de los pocos instantes…
Para volver a ser Yo.


Es en estos momentos cuando
vuelve el soplo de tu presencia...
cuando dejo las huellas en tu camino,
pisando la misma acera,
doblando la misma esquina...

Sintiendo como se moja el recuerdo,
guiando mis pasos hacia el destino...
donde un día sentimos que era nuestro,
y dejamos huellas eternas como testigo...



Esclavo del verso

(Hay momentos donde solo importa el presente pero se siente el pasado)