Besaba las calles con cada paso y
Escribía versos con miradas.
Los portales tenían mi huella y
Narraban mi historia poco a poco.
En cada esquina, en cada piedra,
En cada sonido por lejano que fuera.
Me sentía portador de esencias,
Dando sentido a todo lo inerte,
Otorgando almas a mí antojo.
Aquella fuente, aquel banco,
Aquel bar donde me vi crecer.
No sé si eras el lugar perfecto
O yo te imaginé ideal,
Pero sí sé que tú, y yo… fuimos magia.
Sé que nos convertimos en envidia
Y que quizás fuimos ostentosos.
Pero quién puede prohibirme soñar.
Quién es capaz, tan siquiera, de imponer límites.
Pienso acariciar cada recuerdo,
Pienso volver a respirar poesía si me lo permites,
Porque volveré a ti, cuna de versos,
Volveré para decirte…
Murcia que hermosa eres.