Dejemos que fluyan sentimientos, y solidifiquen palabras, y creen arte...

En aquél rincón escondido de mi memoria, ruge el mar.
Y como el vaivén de las olas, vienen y van mis pensamientos...

domingo, 11 de noviembre de 2012

Sellado a la distancia


Y otra vez la lluvia me golpea; otra vez me empapo de recuerdos… de caricias que hostigan sin piedad mi compostura, que me conmueve, y vuelve a renacer aquélla vieja mirada perdida. Perdida en imágenes, en palabras, en momentos que fueron, momentos que no son…

Y es que echo de menos el dolor… Porque sufriendo sabía que tenía razones más fuertes que mi propia razón, que me empujaban a hacer tonterías, quizás demasiadas… pero vivía. De eso se trata vivir, ¿no?... De tentar a la suerte, de querer por encima de todo, de sufrir hasta que se cansen los huesos y volver a hacerte fuerte.

Nunca sentí que mi batalla fracasara, nunca abandoné la guerra, incluso aquí estoy, escribiendo cartas a la trinchera; lugar de donde procedo, lugar donde no estoy pero me encuentro sentado ahora mismo, en ésta misma piedra, que un día dio testigo e inmortalizó mi huella, dejando rastro de mi pisada en cada asalto.

Y es que me encuentro atado. No puedo moverme ni un milímetro, ni un instante… quedé atrapado sin poder dar un paso adelante, sin poder dar un paso atrás. No intento recuperar mi batalla porque ni siquiera sé si sigue habiendo guerra. No doy un paso adelante porque me importa demasiado el ansia de victoria, al fin y al cabo soy más débil que mis recuerdos… siempre lo he admitido.

Y así me hallo, desconcertado entre el ayer y el mañana sin poder vivir el presente. Sin sentar de una vez la cabeza porque no tengo lugar donde posarla, porque en realidad… no quiero tenerlo. Porque he elegido vivir en un agujero negro, atrapado entre el recuerdo y mi vida, entre mis batallas y el cansancio.

Supongo que hay momentos en la vida en que da miedo caminar, siendo lo suficientemente fuerte para sobrepasar cualquier montaña pero sin ser capaz ni de dar el siguiente paso. Supongo que en éstos momentos un pie lo tengo atado a la distancia del tiempo, y el otro intenta avanzar pero está sellado, Inmóvil; esperando a que decida de una vez por todas si continuar una guerra en la que nunca encontré victoria, o abandonar el camino que una vez fue y sigue siendo la razón por la que lucho.

Creerán que soy débil, pero ser capaz de quedarse quieto a veces es el signo de mayor valentía; Supongo que esto lo demuestra; Soy lo suficientemente fuerte para seguir soportando el dolor que me causan las cadenas que me atan, y seguir escribiendo trozos de un corazón rasgado, que se marchita por momentos en palabras que mueren bajo la tinta de un poeta…



Otra vez he vuelto a fundirme con la lluvia, y ni te imaginas qué bien sienta...