Y la
noche es testigo de mi ausencia, de mi presencia camuflada y pensamientos olvidados,
perdidos y subrayados.
Las
estrellas, tan simples a mi vista se sienten intimidadas por mi mirada, fija y
penetrante mientras mis dedos recorren la arena y la brisa mi gesto. Sonrío,
dejo de sonreír, me descalzo y camino lentamente, y piso despacio y hondo
dejando surcos tapados por el oleaje, por el vaivén de la espuma que estremece
cada una de mis terminaciones nerviosas. Siento la soledad como buena compañía,
oigo piano lento y melódico en mis entrañas, y las olas rebasan mis rodillas.
El frío
recorría mis pupilar que intentaban descifrar paradojas en la luna. Seguí avanzando
cada paso, tan concentrado en aquél momento único que hasta los poros de mi
piel me lo agradecían. El agua cristalina se encontraba en mi cintura y ni me
había dado cuenta, pero daba igual…
Divagué
por completo de la realidad dejándola aparcada en la orilla, cerré los ojos dejando
la mente en blanco, (como si pudiera dejarla en blanco) , esbocé una medio
sonrisa. Continué capuzando los problemas y dejando que la temperatura de mi
cuerpo jugara y buceara. Rebuscara en un océano aquello que estaba buscando, aquello
que había ido a buscar…
Salí
lentamente del agua y suspiré, y la brisa volvió a convertir mi aliento en la ruptura
del silencio, y mi cuerpo en la turbulencia del agua y quedé quieto, totalmente
inmóvil. volví a mirar a la luna, volví a dirigir mi mirada hacia el agua, y
encontré mi reflejo.
Suspiré tu distancia,… inhalé mi recuerdo…
Y respiré hondo...