Rozo minuciosamente la punta de sus dedos
que erizan todo el
bello de su brazo.
Que tiembla. Que espera. Y que se mantiene inmóvil
al mismo tiempo que contiene su aliento.
Mi mano se mantiene seria y sensible,
Queriendo
sentir cada uno de sus poros,
Queriendo hacer de un segundo una historia.
Deteniendo las prisas de este mundo
y controlando inesperadamente
el tiempo.
Contorneo el borde de su mano con tanta suavidad
que la hago estremecer por
caricias,
como unos labios que ansían morder con la suavidad de un beso.
Y cada uno
de mis dedos encajan sin esfuerzo
entre las aperturas de los suyos, despacio.
Lentamente
avanzo un paso y su olor me embriaga.
Observo los jirones de su piel
y olvido por momentos
la necesidad de respirar.
Mi concentración es sinceramente plena,
Y mi mano
finalmente avanza por su brazo para arañar
con la fuerza de un suspiro su
cuello desnudo.
Y vuelvo a recordar que mi corazón no late.
Y desato mi aliento
de la manera más sutil que sé.
Y me acerco, y me recibe nerviosa.
Y juego con su cabello realizando un
masaje
y siento que no puedo esperar más.
Mis labios yacen entre abiertos
desde hace minutos,
y aúllan como solitarios por un edén tan próximo
que los
hacen llorar de ansia.
Acerco nuestras cinturas y sujeto su espalda
firmemente,
sin poder aguantar más, pronunciando la respiración
anteriormente
oculta, gritando con la mirada.
Sus mejillas enrojecen y toma un
respiro.
Empujo nuestros cuerpos para fundirnos
y sentirnos parte de una misma
realidad.
Y mi nariz queda al lado de la suya
y nuestros labios a unos
milímetros
sin poder contenernos ni un segundo más… …
Entonces la beso... pero
solo entonces.
Sin prisas. Sin tiempo. sin pausas.
Fundiendo cada segundo,
sintiendo en cada instante
hasta la última de nuestras terminaciones
nerviosas.
Y besándonos con la fuerza que rompen las olas
una vez la marea las libera sin control...
Al fin y al cabo yo decidí hacer de un instante algo eterno.
Porque los versos de un beso merecen ser escritos.
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