Y otra vez la lluvia me golpea; otra vez me empapo de
recuerdos… de caricias que hostigan sin piedad mi compostura, que me conmueve,
y vuelve a renacer aquélla vieja mirada perdida. Perdida en imágenes, en
palabras, en momentos que fueron, momentos que no son…
Y es que echo de menos el dolor… Porque sufriendo sabía que
tenía razones más fuertes que mi propia razón, que me empujaban a hacer
tonterías, quizás demasiadas… pero vivía. De eso se trata vivir, ¿no?... De
tentar a la suerte, de querer por encima de todo, de sufrir hasta que se cansen
los huesos y volver a hacerte fuerte.
Nunca sentí que mi batalla fracasara, nunca abandoné la
guerra, incluso aquí estoy, escribiendo cartas a la trinchera; lugar de donde
procedo, lugar donde no estoy pero me encuentro sentado ahora mismo, en ésta
misma piedra, que un día dio testigo e inmortalizó mi huella, dejando rastro de
mi pisada en cada asalto.
Y es que me encuentro atado. No puedo moverme ni un
milímetro, ni un instante… quedé atrapado sin poder dar un paso adelante, sin poder
dar un paso atrás. No intento recuperar mi batalla porque ni siquiera sé si
sigue habiendo guerra. No doy un paso adelante porque me importa demasiado el
ansia de victoria, al fin y al cabo soy más débil que mis recuerdos… siempre lo
he admitido.
Y así me hallo, desconcertado entre el ayer y el mañana sin
poder vivir el presente. Sin sentar de una vez la cabeza porque no tengo lugar
donde posarla, porque en realidad… no quiero tenerlo. Porque he elegido vivir
en un agujero negro, atrapado entre el recuerdo y mi vida, entre mis batallas y
el cansancio.
Supongo que hay momentos en la vida en que da miedo caminar,
siendo lo suficientemente fuerte para sobrepasar cualquier montaña pero sin ser
capaz ni de dar el siguiente paso. Supongo que en éstos momentos un pie lo tengo
atado a la distancia del tiempo, y el otro intenta avanzar pero está sellado,
Inmóvil; esperando a que decida de una vez por todas si continuar una guerra en
la que nunca encontré victoria, o abandonar el camino que una vez fue y sigue
siendo la razón por la que lucho.
Creerán que soy débil, pero ser capaz de quedarse quieto a
veces es el signo de mayor valentía; Supongo que esto lo demuestra; Soy lo
suficientemente fuerte para seguir soportando el dolor que me causan las
cadenas que me atan, y seguir escribiendo trozos de un corazón rasgado, que se
marchita por momentos en palabras que mueren bajo la tinta de un poeta…
Otra vez he vuelto a fundirme con la lluvia, y ni te
imaginas qué bien sienta...
Adoro la última frase.. no dejes de escribir.. nunca.
ResponderEliminar=)