Sigo siendo el mismo poeta,
En la misma acera,
Enfrente
de la misma ventana.
Hoy los años me pesan,
y el tiempo pasa,
pero
mis versos no envejecen…
Supongo que podré inmortalizarnos
Con la lágrima de mi poesía,
Con
la envidia del romance.
Podré escribir a la luna tantos sentimientos quiera,
Y reflejar miradas que no me miran,
Despertar
gritos que no te llegan,
Sentir caricias que no me tocan…
Esta noche al igual que ayer y que mañana podré recordarte,
Y explicarle al mundo que nos sobraron motivos
Para
Amarnos…
Esta noche y todas serán tuyas mientras sean mías,
Este momento a oscuras siempre es y será “nuestro”,
Desde el crepúsculo
hasta el ocaso.
Lo que el mundo desconoce es que sin ti la gente es nadie,
Y el
recuerdo lo es todo.
Y supongo que nuestra historia debe ser contada,
Y transmitida
de beso en beso,
Inspirada en cada suspiro, en cada mirada.
Lo que se debe saber es que no tuvimos límites,
Ni adjetivos que parecieran exagerados,
Porque pasión
era el desayuno y lujuria las buenas noches…
Pecamos de tanto querernos a escondidas de la envidia,
El miedo
se escondía de nosotros,
El tiempo se detenía en nuestro aliento,
Y el amanecer nos contemplaba…
Sentimos tanto que me faltan versos, tiempo, palabras,
hipérboles y exclamaciones…
Todo resultaba innecesario cuando tenía tu boca,
Cuando sentía tus besos,
Cuando vivía entre caricias.
Y es que tu mirada era mi religión
Y mi
cuerpo tu deseo.
Y poco a poco y sin saberlo…
Teníamos las
llaves del edén,
Supongo que sin darnos cuenta supimos
que nuestro principio… fue un…
Para siempre…
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