Dejemos que fluyan sentimientos, y solidifiquen palabras, y creen arte...

En aquél rincón escondido de mi memoria, ruge el mar.
Y como el vaivén de las olas, vienen y van mis pensamientos...

lunes, 28 de noviembre de 2011

Locura indefinida.

En una tarde gris... te esperé!!... No viniste.

Terminé de fumarme el último cigarrillo que me quedaba de aquella puta tarde, aburrida, desolada, nefasta…

Salí a la calle, sin mirar por la ventana.

Joder, coño, que frío hacía, me calaba los huesos, pero me importaba una mierda, me dejé de tonterías, dejé de ser bueno, y fue imbécil.
Ah no, que eso ya lo era el resto del año. Bueno, digamos que dejé de ser coherente, para ser mas tonto de lo normal.

Menuda lluvia caía, me golpeaba cada una de mis terminaciones nerviosas, pero seguí andando como si nada, como un loco enfurecido consigo mismo, intentando llegar a un destino con mucha prisa, pero sin saber a dónde ir, ni cómo llegar, no marqué mi rumbo, pero no paraba.

Me puse el gorro de aquella chaqueta, tacto bolsa de basura, de las de ahora.
Tenía ganas de dejar el trabajo, de dejar mi casa, de aparcar mi vida, y a tomar por culo, dónde las piernas me llevaran!, no mas…
Encontré un parque bien mojado, con barro asqueroso, lo pisé y me daba igual.

Vi aquel árbol, tan a gusto con aquella lluvia, y decidí castigar mis dedos un ratillo. ¿por qué no?.
Me dirigí hacia él, y empecé a golpearlo, sin fuste, sin saber el motivo; cada vez mas fuerte, cada vez me importaba menos la lluvia, pues mas soledad me aportaba en aquel rincón. La sangre caía en forma de gotas por mis uñas, y otras saladas empezaban a recorrer mis pupilas, fueron acunadas durante unos segundos, y fueron cayendo suicidamente.

El tronco de aquel árbol fue testigo de mi furia, de mi frustración, de aquella puta tarde, de aquella maldita lluvia, del puñetero viento joder…
Solté en cuestión de minutos litros, kilos de ira, de rabia,…
te preguntarás si me quedé mas tranquilo.

NO.

Tampoco pensaba que esa fuera la solución, pero mi dolor físico consiguió superar al mental, ya que éste es mucho menos sanable, me pareció una buena solución.

Volví a casa con unos dedos casi rotos. Llegué calado hasta los huesos.
Me quité la chaqueta como pude, me tiré en la cama, y caí rendido.
Para un mal día que tenía, la lluvia no me sentó mal, y dormí como un enano.

Al día siguiente mis roturas fueron testigo de la estupidez del día anterior, no sé porqué te sigo esperando, si sé que ya no hay motivos para hacerlo, ni tu tienes opción…

Inevitablemente, te esperaré hoy también, espero que vengas.





Esclavo del verso...

2 comentarios:

  1. Aunque la entrada es muy triste... y en cierta forma la comparto... Esta genial escrita. Me encanta toda la descripcion de sentimientos qe haces.

    Sabes? Creo que esa foto la utilicé yo para una de mis primeras entradas. Qué dos temas tan distintos. ^^

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